"Algo anda mal con nuestras autoridades antisubversivas, que se han habituado al delirio sin que nadie se los haga notar" Juan Manuel Robles

OPINIÓN

El caso Bermejo


Guillermo Bermejo: condenado a 15 años de prisión.

Lo que más me asombra de la sentencia por “terrorismo” contra Guillermo Bermejo es que cierta prensa quiere convencernos de la culpabilidad del excongresista con imágenes de seguimientos que no muestran nada. Son secuencias que tienen la estética de una prueba policial, pero que en realidad solo apelan al prejuicio: imágenes en las que Bermejo no comete delitos ni está en una situación que lo inculpe, sino en las que, simplemente, “parece” terrorista. Ya saben, el hombre joven —marrón, obvio— con polo de manga y pelo crecido, que camina por la ciudad con su mochila (seguramente llena de panfletos), toma desayuno y emoliente, y encima tiene cara de palomilla bandido; además grita “patria o muerte” con los amigos —perdón, “camaradas”—, muestra afinidad con el chavismo venezolano y participa de foros; por si fuera poco, como para confirmar el perfil, se acerca misterioso al counter de un aeropuerto.

La insistencia con que se usan estas imágenes es señal de que, efectivamente, sirven de apoyo: con ellas se ilustra una narrativa, a falta de solidez en la acusación.

Como tanta gente —de izquierda pero también del progresismo Usaid— desconfío de la decisión judicial y sospecho de su cercanía a las elecciones. Bermejo fue anteriormente absuelto de los procesos por la misma acusación dos veces, por seis jueces en total, unánimemente —ni el Sendero de Abimael en su apogeo hubiera conseguido tal amedrentamiento colectivo—. La razón de sus absoluciones previas fue que las declaraciones de colaboradores eficaces no fueron corroboradas con pruebas.

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