Historias tristes

Karla Pacheco, bodeguera de Carabayllo que recibió una bolsa que contenía las cabezas de sus tres gatos. Los extorsionadores los habían decapitado. Le pedían una mensualidad de S/ 20,000. “Mis hijos han conseguido trabajo cerca de mi casa por si me balean”, dice. (FOTO: Joel Durán/H13)
“Juliana”, una exbodeguera que por obvias razones pide el anonimato, pasa buena parte de la noche a oscuras en su propia casa. Hace un año cerró su tienda porque pensó que los extorsionadores la dejarían en paz. No fue así. “Sé a qué horas pasan y les hago creer que nadie vive aquí apagando las luces”, cuenta esta vecina del distrito de Carquín (Huacho). En el último año sólo en Lima han cerrado 3,000 bodegas. Detrás de la estadística está la historia de terror que vive cada una de las víctimas.
La bodega de “Juliana” fue el resultado de muchos años de esfuerzo y ahorro. Abrió las puertas el 2018 y la pandemia terminó consolidándola pues fue la única tienda del barrio que funcionó permanentemente. Todo marchaba viento en popa hasta que en septiembre del año pasado empezaron a extorsionarla.
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EDICIÓN 706, NÚMERO 15
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