REPORTAJE

¡La muerte!

Bruno Amoretti
La Morgue Central de Lima se cae a pedazos por exceso de cadáveres y falta de mantenimiento. Las autoridades siguen mintiendo sobre el tema

Foto del interior del cuarto frío del sótano de la Morgue Central de Lima tomada a incios de esta semana. Algunos cadáveres son colocados en el piso porque las cuatro camillas elevadoras que permitirían acomodar los cuerpos en los anaqueles están malogradas

Son las 10 de la mañana. El reloj de la Morgue Central de Lima marca la medianoche. Nadie aquí recuerda cuándo dejó de funcionar. En las instalaciones hay decenas de muertos que nadie recoge. Algunos llevan más de siete meses hacinados en el sótano y en cámaras de conservación averiadas. El olor a putrefacción lo invade todo. La institución siempre ha trabajado al límite, pero la ola de criminalidad la ha hecho colapsar.

José Carlos Delgado (38) trabaja desde hace 12 años como técnico forense. Dice que se “requiere de un estómago fuerte” para resistir. Su trabajo consiste en abrir los cuerpos para descubrir qué causó la muerte de sus “pacientes”. A la morgue sólo llegan muertos intempestivos y violentos, cuyo final demanda una explicación científica. Por las manos de Delgado han pasado desde eneenes hasta el cadáver de Álan García.

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