OPINIÓN

Papa nuestro

Sonia Suyón
Recuerdos del cura gringo que siempre estuvo al lado de los más necesitados cuando sirvió en el norte del Perú. Su nombre era Robert Francis Prevost. Hoy es un deber llamarlo, para los católicos, Su Santidad

Robert Prevost en Pacaipampa, Ayabaca, en la sierra de Piura, uno de los tantos rincones rurales del norte que solía visitar como misionero.

Apenas se conoció el nombre del nuevo Papa Robert Francis Prevost, las campanas de la catedral de Chiclayo comenzaron a repicar. Las puertas de las iglesias y parroquias se abrieron de par en par y algunas personas, entre incrédulas y emocionadas, empezaron a entrar para orar y hasta llorar de alegría. Ya habían escuchado antes las misas del padre Robert ahora convertido en Papa, ya se lo habían cruzado por alguna calle, ya los había bendecido en alguna procesión o les había bautizado a sus hijos.

“Todos recordamos que el Papa León XIV estuvo antes aquí, con nosotros. Vivió con nosotros por muchos años. Estamos muy felices. Hoy se vive una fiesta de esperanza”, dice, emocionado, desde Chiclayo el sacerdote Elky Segura, párroco de la parroquia del Señor de los Milagros. Segura lo recuerda como alguien muy cercano al pueblo. “Él siempre estaba con todos, pero principalmente con  los más necesitados y humildes. También acudía a todas las festividades religiosas y populares como la Cruz de Motupe o el Corpus Christi porque quería estar cerca del pueblo y llevar la Iglesia al pueblo”, dice el párroco. Cuenta que con él vivieron un devastador El Niño.

Desbloquea esta y más noticias exclusivas.
Suscríbete ahora para obtener acceso ilimitado.