Regresión

Jorge Junes, enfermero del Centro de Salud de Imaza, atendiendo a una paciente. “Las condiciones de trabajo aquí son precarias, muchos renuncian. A pesar del covid no se ha mejorado nada”, señala.
El agricultor Bili Tsaquim estaba trabajando en la chacra junto a su familia cuando su hija de 4 años empezó a vomitar. La pequeña estaba volando en fiebre y su piel estaba amarillenta. La familia Tsaquim vive en Yamakai Entsa, en la provincia de Imaza (Amazonas). El centro de salud más cercano está a dos horas a pie más un viaje en lancha que la familia no puede pagar. Trataron de bajarle la fiebre con unas pastillas que tenían en casa. Pasados tres días sin mejoría, la llevaron al centro de salud. El 18 de marzo le diagnosticaron fiebre amarilla. Oficialmente, es el caso número 11 detectado en Imaza. Este año ya suman 42 contagios, el triple del promedio anual. El repunte de la fiebre amarilla en Perú ha encendido las alertas internacionales.
“La fiebre amarilla es letal, su tasa de mortalidad es del 50%: de cada dos personas contagiadas, una puede morir. No hay tratamiento y cuando el paciente se agrava requiere una UCI. El covid tenía una tasa de mortalidad del 3% y mira lo que nos ha hecho, colapsó el sistema de salud. Esa situación no ha cambiado”, señala el infectólogo Juan Celis.
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EDICIÓN 732, NÚMERO 16
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